Abstraigámonos
de todo tipo de retórica marxista-izquierdista sobre el capital y definamos a
éste como el conjunto de instrumentos, herramientas o maquinaria de la que
dispone una economía, una sociedad, para producir bienes y servicios. Una vez
lo hayamos hecho, podremos observar cómo cuanto más capital haya en una
sociedad mejor para ella en general, y para los trabajadores en particular.
Veámoslo.
Uno
de los componentes de la productividad laboral es la ratio capital-trabajador,
esto es, la cantidad de capital de que dispone un trabajador a la hora de
producir. Por otra parte, uno de los principales determinantes de la demanda de
trabajo por parte de las empresas es la productividad marginal del trabajador;
en términos más formales, el empresario contratará empleados hasta que el
salario equivalga a la productividad de un trabajador más. Que la productividad
laboral aumente (debido a un uso más intensivo de capital) significa que los
empresarios estarán dispuestos a pagar unos salarios mayores por cada trabajador.
Así, un mayor uso de capital beneficia al trabajador al proporcionarle un
salario mayor.
Sin
embargo, ahí no acaban los beneficios. Al aumentar la productividad de los
trabajadores y, por tanto, de la empresa en su conjunto, ésta estará en condiciones
de ofrecer sus productos a los consumidores a precios reducidos. El hecho de
que bajen hace, asimismo, aumentar sus salarios reales (éstos son los salarios
nominales ajustados por el nivel de precio de los bienes y servicios; cuando
estos últimos bajan, los primeros suben).
En definitiva, el uso de más capital beneficia al trabajador por partida doble: por una parte, hace aumentar sus salarios (derivado de una mayor productividad) y, por otra, también incrementan sus salarios reales debido a un menor precio de los bienes y servicios que consumen.
0 Comentarios